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lunes, 28 de diciembre de 2009

La Economía internacional y el paradigma neoclásico (Parte I)


Desde Adam Smith hasta Paul Krugman, el tema de la economía internacional, ha sido un eje fundamental en la doctrina económica. Analizada a profundidad por la tendencia neoclásica, la cual expone una serie de argumentos basados en el diseño de modelos cuantitativos para el análisis de “lo óptimo” y “lo eficiente”. La economía internacional bajo este paradigma analiza cómo se llevan a cabo las relaciones comerciales de las naciones o bloques de integración económica, así como los procedimientos para obtener los rendimientos esperados y sobre todo, alcanzar como meta el desarrollo económico mundial. 


Sin embargo, la teoría neoclásica ha sido disfuncional, ya que hay un contraste entre su teoría y la realidad, lo cual marca una brecha amplia entre lo que se piensa y lo que se hace no es lo que conviene a las mayorías, reduciendo círculos de poder cada vez más reducidos en todo el orbe. 


Adam Smith, aportó a la economía internacional conceptos diferentes, basados en el liberalismo de la época y la influencia fisiócrata que tuvo de Quesnay sobre todo. Entre uno de los conceptos que aporta este economista destaca la ventaja absoluta, que explica las diferentes posibilidades de intercambio que tienen dos países en lo que respecta a la explotación del bien o servicio (Berumen, 2002). Los países deben focalizar su producción de bienes de bajo costos en relación con otros bienes y servicios, esto representa una mayor especialización del trabajo en la nueva división del mismo, logrando una simetría en las relaciones comerciales de las naciones. La ventaja absoluta se expone con sencillez en su obra principal Investigación sobre la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones. (Smith, 2005) 


Sin embargo, este concepto no es aplicable en determinados casos. Algunos países tenían ventaja absoluta en todo su mercado en comparación con otros países que tenían total desventaja absoluta. Es aquí donde David Ricardo remarca su disgregación con Smith, estableciendo así uno de los principios rectores de la teoría económica: la ventaja comparativa, ya que Ricardo resolvió el cómo dos naciones diferentes o desiguales en la producción, interactúan entre sí, pudiendo ambas beneficiarse en su comercio internacional. (Bengochea, et al, 2002) 


Esto es coherente, aplicando el liberalismo de forma internacional, para poder ampliar los procesos de acumulación de capital. El análisis de Ricardo fue complementado posteriormente en la reconfiguración clásica de la economía, con pensadores como Stuart Mill y el mismo Alfred Marshall, incluyendo el análisis marginal explicado por Menger, Walras y Jevons,[1] estableciendo un énfasis en el análisis de la demanda, y rompiendo con la preponderancia de Jean Baptiste Say, el economista más importante de la época junto con David Ricardo. (Roll, 2003) 


Es importante señalar que la constante del ceterius paribus, y el enfoque del intercambio de dos naciones sobre determinados bienes, en ciertas condiciones, logran la simetría perfecta de las condiciones de intercambio. Las nuevas relaciones de poder cambian conforme la clase centralizadora del capital, pero con la inserción de mayor tecnología, especialización y eficiencia, de esta forma surge otra reconstrucción de clase social burguesa orientada a la determinación psicológica y económica del capital financiero. (Landreth y Colander, 2006) 


Las restricciones al comercio internacional, según los neoclásicos, no benefician la satisfacción de la sociedad. Parte del análisis de esta corriente consiste en exponer al ser humano como un simple consumidor indiferenciado, al establecer barreras comerciales en los mercados internacionales, los consumidores no logran la satisfacción de sus necesidades sean estas reales o imaginarias. 


Las curvas de indiferencia residen en una representación imaginaria de la satisfacción: a mayor satisfacción, menor necesidad y mayor bienestar; a esto se refieren los neoclásicos acerca de las imposiciones arancelarias, debido al incremento de los precios internos, estos al aumentar también incrementan las brechas de consumo, adquiriendo menos de ese producto que satisface un deseo o necesidad de la sociedad, restringiendo el comercio y el bienestar (demanda de bienes internacionales). Por otra parte los productores nacionales son beneficiados al corto plazo, sin embargo esto provoca el aumento de sus costes y la falta de competitividad internacional en determinado tiempo, aunado con la pérdida de consumo (no bienestar) y el aumento de los costes que posteriormente restringirían la protección[2] (Carbaugh, 2004). 


Sí las naciones en vías de desarrollo basan sus políticas comerciales en el crecimiento desde adentro y sus políticas fiscales en las mismas restricciones comerciales, serán vulnerables a la represión oligárquica de los concentrados económicos nacionales, por el caso contrario las naciones desarrolladas aumentarán el coste de la vida, aspecto ocultado en parte debido a que la política comercial será en función del empobrecimiento del vecino (países en vías de desarrollo) mientras su oferta nacional aunque perjudicada, se mantendrá constante. Esto significa que la lógica neoclásica del proteccionismo solo es válida siempre y cuando la nación desarrollada lo aplique, mientras que los países periféricos deben sujetarse a la liberalización de sus economías, ambos con la insignia del bienestar social con base al utilitarismo o consumo indiferenciado. Todo tipo de relaciones internacionales estarán supeditadas a la posición política de una nación y al efecto de satisfacción de una sociedad. 


La teoría neoclásica no resolvió el dilema de las relaciones de poder y concentración de la acumulación de capital en las negociaciones internacionales, y que el mismo libre mercado, como mencionó Lenin (1917), ha logrado sí el bienestar, pero de aquellos que han aprovechado sus economías de escala y su estrategia de Estado coactivo y reaccionario financiero, lo que provoca desigualdad en las ventajas, cuya tendencia es que las ventajas comparativas sean de brechas tan amplias que un país le corresponda la “mínima ventaja comparativa”, esto no puede ser ni una ventaja, ni un comercio equitativo. 


Posterior a Ricardo y los neoclásicos, el economista sueco Ohlin, resuelve ciertas interrogantes planteadas anteriormente en la teoría económica, haciendo algunas aclaraciones específicas en la economía internacional. Primeramente, observó que existe una relación proporcional de las naciones, de acuerdo a los factores de la producción que mejor saben manejar o bien son abundantes, por ejemplo, existen naciones en las que abunda el capital especializado como pudiese ser la tecnología y en otros países, el factor sería la mano de obra o fuerza de trabajo, ambos pueden ser competitivos y dedicarse a producir bienes y servicios con base al factor que abunda y que le represente un menos costo, a esto se le conoce como la “dotación de factores”. (Ossa, 2002) 


En una de sus obras más importantes, “comercio exterior y política comercial” (1926), Ohlín analiza el equilibrio dinámico de los precios en una economía abierta, dado por los intercambios de capitales, el cual modifica la estructura de precios internos y condiciones de intercambio de las naciones exportadoras e importadoras, según sea el caso. 


Algo interesante de Ohlin, posteriormente analizado por Meade, fueron los mecanismos de control de cambio, los cuales explican cómo una nación que tiene determinado factor abundante y produce determinado bien, dado su factor, puede terminar exportando el bien que importa e importando el bien que exporte, debido a los mecanismos de precios del mercado internacional, los desajustes de las balanzas comerciales internas y el juego de los factores. Sin embargo estos cambios también históricos se relacionan con el comportamiento de los ciclos económicos. (Bhagwati, 1972) 


Este tipo de análisis, expone escenarios en donde las naciones intercambian sin restricciones comerciales. Los modelos neoclásicos y post neoclásicos, por lo regular presentan una realidad reducida al modelo, para analizar la tendencia de un todo en función de variables que la expliquen bajo cierta percepción de la misma. Fenómenos como la agudización de la pobreza mundial, polarización de naciones en desarrolladas y periféricas, acumulación de capital en una clase minoritaria, supeditación a las políticas estructurales internacionales, y la deshumanización de la economía global en el siglo pasado muestra claramente que el modelo neoclásico no representa la realidad o representa una realidad reducida de clase. 


En términos de la economía internacional, las diferencias relativas de los factores, sientan las bases del comercio y las coincidencias absolutas su verdadera práctica, en otras palabras, hay comercio equitativo siempre y cuando exista en primer lugar una diferencia de factores de la producción respecto de un país a otro, y en segundo lugar una coincidencia de necesidades de esos factores por ambas naciones. El modelo de Ohlin, nos da a entender que estas diferencias relativas de factores, tienden a desaparecer de acuerdo a los cambios de los precios y condiciones de intercambio, esto presupone lo siguiente: 


Una nación relativamente desarrollada por el capital tecnológico, puede no serlo en el transcurso del juego dinámico e histórico de los ciclos, como a su vez una nación en vías de desarrollo puede no serlo, por el capital de fuerza de trabajo. 


¿Qué sucede cuando una nación grande presenta ventaja de factores tanto en capital especializado como en la fuerza de trabajo? Cuando ese país que se supone ser industrializado y aprovecha sus factores en este caso especializados que no sean escasos, su proceso de producción demandará solo factores que abunden en países periféricos, como la mano de obra barata, dándole una doble ventaja. Leontief al observar que las exportaciones de las naciones industrializadas utilizan mucha fuerza de trabajo barata y no el factor especializado que abunda, explica las contradicciones internas de esos países altamente capitalizados qué en términos de Ohlín no es posibles . Posteriormente Linder complementa esta lógica con una explicación interesante, argumentando que solo las naciones grandes e industrializadas intercambian bienes siempre y cuando mantengan una coincidencia de demanda o que los niveles de ingreso sean parecidos, es decir, cuando los factores de la producción de sus ventajas competitivas coinciden entre sí, de esta forma existe simetría en el comercio internacional, siendo lógico que presenten características similares como las observadas por Leontief respecto a las diversas interacciones y cambios de factores. (Op cit, Carbaugh, 2004). 


Las restricciones comerciales suelen ser normales si se quiere lograr el máximo beneficio y no precisamente radica en la imposición fiscal de los aranceles, acérrimos enemigos del libre mercado y la desfronterialización. Es válido reconocer la existencia de la competencia desleal, como las prácticas dumping, que son las principales causantes de los desequilibrios internacionales en el comercio. 


Notas 
[1] La teoría marginalista supone principios psicológicos en la economía de mercado, al exponer la teoría del valor desde una perspectiva meramente subjetiva: cada individuo pondera un valor determinado a la utilidad de consumo de algún satisfactor determinado. Algunos conceptos desarrollados por Walras, Manger, Jevons, Bon Bawerk, etc., son: utilidad marginal, curvas de indiferencia, etc. Posteriormente esta doctrina fue acogida por la neoclásica, de ahí algunas consideraciones sobre los equilibrios parciales, dinámica económica, teoría cuantitativa de la economía, preponderancia a la demanda, etc. 
[2] Si es una Nación grande restringiría las exportaciones por que la oferta aunque es constante absorbería el costo del arancel, si la nación es pequeña, por lo regular el costo lo absorbe el consumidor por el aumento de los precios relativos internos y los productores se ven beneficiados al centralizar el consumo interno aunque a en el largo plazo su competitividad será pobre e ineficiente en el ámbito internacional. Véase Carbaugh, Robert (2004). Economía Internacional. México: Thomson.

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