La historia en nosotros

"Somos por primera vez en nuestra historia, contemporáneos de todos los hombres"....Octavio Paz

martes, 8 de junio de 2010

La Economía Política de Huxley

La economía política nos ayuda a comprender la complejidad de los sistemas económicos, sociales, políticos e inclusive culturales, bajo la premisa de la acción humana para satisfacer sus necesidades en un medio y contexto histórico. (Nikitin, 1967)

El que hacer económico ha permitido formar su propio sistema de manera consciente e inconsciente y es aquí en donde el ser humano comienza a entenderse como un ser interesante y complejo. Este sistema es producto del momento histórico del hombre en su relación con su medio-circunstancia, y su existencia contrasta con su percepción de la realidad. Entonces, el trabajo y los medios para realizar cualquier actividad enfocada a satisfacer las necesidades humanas son los dos factores determinantes de lo que se conoce como fuerzas productivas y relaciones sociales de producción. 

La historia ha demostrado que al menos el hombre ha optado por una degradación de su ser y que sus relaciones sociales de producción tienden a la acumulación del capital, un sistema de explotación del hombre por el hombre, por lo que la política se ha supeditado a una manifestación de clase; esto se refleja en el ejercicio del poder del individuo al grupo social y posteriormente a la sociedad, hasta incluir al Estado como parte de supeditación y dominación de un todo. 

En el libro “un mundo feliz” de Aldous Huxley (1932), podemos notar de forma sutil, sátira e imaginaria, el desenvolvimiento social del individuo futurista y su estabilidad moral, más no racional. También se observa como esta estabilidad moral se logra por los avances tecnológicos y científicos, al grado de alterar algunos aspectos inclusive biológicos para la permanencia de un sistema que garantice la felicidad. 

Huxley trata de explicar como un sistema prevalece a través de la dominación ya no física, si ni psicofisiológica, al alterar biológica y conductualmente la percepción del hombre para la enajenación totalitaria del trabajo en su actividad económica a cambio de garantizar un equilibrio emocional y económico, en palabras del autor: “hacer que la gente ame su inevitable destino social”. El método que utiliza para llegar a este fin es primeramente el proceso Bokanovskyano (clonación) y posteriormente de alterar la estructura genética de los seres humanos, incluye el proceso de hipnopedia (control mental a través de repeticiones secuenciales discretas) para provocar “miedos sugestivos” hacia la reflexión y el pensamiento. Todo esto se hace para aumentar la eficiencia y productividad en la actividad económica, logrando una identidad no solo con su clase, si no con la maquina misma, como consecuencia del neofordismo. 

Todo comienza con la sugestión del individuo, convirtiéndose con el tiempo la “sugestión de todos”, por ende, la del Estado mismo. Si las personas se sintieran estresadas o preocupadas por alguna reacción disfuncional, como reflexionar en sí, el gobierno otorga suministros de “soma”, una especie de droga que vuelve todo a la normalidad en medio de una crisis. La tesis principal de lograr un “hombre capitalizado” (donde cubra sus necesidades para alcanzar el máximo rendimiento productivo), es el punto principal de relación entre lo que dice Huxley y lo que comprende la economía política.

Un aspecto importante es la instrumentación de los diferentes mecanismos de poder para lograr el objetivo de la longevidad de un modelo político hegemónico anacrónico por sí mismo. En su momento este instrumento de manipulación de las relaciones sociales de producción fue el absolutismo y la coacción física del hombre, sin embargo gracias al liberalismo económico y las nuevas democracias, las reglas del juego deben si no cambiar, sí disfrazarse. Esto se logra con la nueva participación del Estado y el mercado, actuando por lograr un “bienestar”, preponderando la participación política e invirtiendo por una sociedad traducida al capital humano.

Los instrumentos de poder en las relaciones sociales de producción son los medios, siendo el “soma” la televisión misma para la continuidad de la enajenación y las necesidades imaginarias. Sin embargo, en el nuevo siglo, no sólo basta una reprensión social por medio de elementos legales, psicológicos y políticos, también es necesaria una sustitución por elementos financieros y biológicos.

Este es un momento para pensar ¿Qué hace sostener un sistema? Un sistema se sostiene por la actividad política, económica y social del hombre. La instrumentación de dominio y enajenación es posible solo por ese libre mercado y ese Estado democrático de los últimos tiempos, a esos dos actores que prevalecen por el bien social y público que satisfacen las necesidades de la sociedad con empleo, entretenimiento, religión, alimentación y salud. Esto quiere decir si la sociedad no cuenta con empleo, alimentación y salud, etc., es posible que las fuerzas productivas no rindan al potencial de la capitalización humana, trayendo inestabilidad a las relaciones de poder del mismo sistema. 

¿Qué hay si el sistema, trae inestabilidad, así como trae estabilidad? La sociedad no se dará cuenta por el grado de mediatización de la información, por lo que existirá asimetría de relaciones sociales. Entonces los instrumentos de manipulación no son directos, sino indirectos. Oskar Lange (1968:28), lo explica así: “Se trata de lograr que todo lo que sea necesario para nosotros ocurra, hasta donde sea posible, de manera espontánea, aunque partiera desde cierto punto de destino”, este autor aterriza la idea al proceso de trabajo, pero no diferenció la clase, puesto que esta lógica si bien se aplica en una organización obrera, lo es también en una organización política, como parte de una dialéctica más completa. Es aquí donde se reconfigura la acción política para buscar otra metodología de persuasión y prevalecimiento de la clase en el poder, de ahí las guerras, las crisis financieras, petroleras, alimentarias, terrorismo de estado, inducción social, shock mental, fraudes políticos, etc., auspiciado por su modelo neoliberal.

Se infiere que si se ha llegado al grado de la utilización de mecanismos financieros, jurídicos, discursivos, de medios de comunicación, de empleo, discriminación, etc., tarde o temprano se tocará el punto de salud, el biológico.
En el caso de México, el Estado ha permitido ser ese punto de inflexión de cambio instrumental de dominación estructural y lo ha aplicado de forma interesante.

Primero se usó el mecanismo de persuasión de medios para una ignominia política y el sometimiento institucional; posteriormente se ha querido implementar el paradigma de la privatización y de la supuesta “libre competencia” en la educación mexicana. Bajo circunstancias globales, se redujo el empleo, existe un incremento en los precios de la canasta básica, aunado a la desaceleración económica por la contracción comercial y financiera contagiada por el país vecino del norte.

Una vez que las circunstancias favorecen a la dominación plena de la exigua conciencia del individuo mexicano, el mecanismo de presión reside en una batalla por la salud. Si un gobierno no puede contra una crisis financiera, al menos lo intenta con un virus producto errático de laboratorio. La lógica es simple, el actual gobierno consiste su política en la mediatización de la actividad social y económica, cuya intención es generar un imaginario social del “Estado protector-benefactor” que lucha por el equilibrio y la armonía social. 

Es impresionante observar la instrumentación indirecta del prevalecimiento del poder y la persuasión masiva de la sociedad, degradan su percepción de la realidad, cultivando aún más miedo sugestivo y la enajenación exacerbada de su conciencia. Esto propone un escenario sencillo de deducir: no es lo mismo superar una crisis financiera que una crisis de salud, al menos la segunda se puede dirigir por la élite política, esto significa un control de la situación que afecte directamente a las relaciones sociales de producción en el intervalo de duración de un fenómeno caótico. Por otro lado, la intención global es sustituir al aparato económico-financiero de la hipoteca por uno más atractivo, como es el de la salud.

Todo indica que el proceso Bokanovskyano en intención es parecido al síndrome de la influenza social y al tratado porcino del libre comercio. Y que el soma puede ser una representación del cubre bocas, una prolongación de la narcolegislación o bien, una educación influenzada. ¿Esto es bienestar? Al parecer, es una forma de lograr estabilización en tiempos caóticos en función del sometimiento estructural del ciudadano, reduciendo algunos elementos de las relaciones sociales como la participación política, conciencia de clase, organización civil a un efímero supuesto utópico de falacia. Le pregunto a usted amable lector ¿Quiere un México feliz?

Referencias.
Nikitin, P. 1967. Economía Política. Siglo XII editores.
Huxley, A. 1932. Un mundo feliz. Diamante

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